En el mercado profesional de vehículos industriales hay algo que se repite constantemente: se mira el precio, el kilometraje y el estado general… pero se ignoran sistemas de seguridad que luego marcan la diferencia.
Uno de ellos es el SRS.
No es un extra menor. No es marketing del fabricante. Y no es algo pensado solo para turismos. Es el Sistema de Retención Suplementario, y afecta directamente a la seguridad del conductor, al riesgo laboral y a la responsabilidad del profesional que compra.
Qué es el sistema SRS y por qué existe
SRS significa Sistema de Retención Suplementario (Supplemental Restraint System). Su nombre lo dice todo: es el conjunto que "suplementa" al cinturón de seguridad para salvar vidas.
No se trata solo de airbags. Incluye el conjunto de elementos que actúan en caso de impacto para proteger a los ocupantes:
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Airbags frontales, laterales y de cortina.
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Pretensores de cinturón (que tensan el anclaje antes del golpe).
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Limitadores de esfuerzo.
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Sensores de impacto colocados en puntos estratégicos del chasis.
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Unidad de control (ECU) que decide en milisegundos cuándo y cómo actuar.
Todo funciona de forma coordinada. Si una parte falla o el testigo está encendido, el sistema pierde su eficacia y el riesgo se multiplica.
Por qué el SRS importa especialmente en vehículos industriales
Aquí está el punto que muchos pasan por alto. Un vehículo industrial:
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Pasa más horas en circulación que cualquier turismo.
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Se usa en entornos críticos: polígonos, carga y descarga, y rutas de larga distancia.
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Lo conduce, en muchos casos, personal asalariado.
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Es el corazón de tu actividad económica diaria.
Eso convierte la seguridad en algo operativo, no teórico. Un impacto leve en un coche puede ser un siniestro grave en una furgoneta cargada con 3.000 kg por la inercia de la masa. Ahí es donde un sistema SRS en perfecto estado marca la diferencia entre un susto y una baja laboral de larga duración.
El error habitual al comprar vehículos industriales de ocasión
El fallo más común es pensar: “Es una furgoneta de trabajo, con que arranque y cargue me vale”. Bajo esa premisa, se compra sin revisar:
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Si el sistema SRS está completo o ha sido "anulado".
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Si hay testigos encendidos en el cuadro (un fallo de SRS es falta grave en la ITV).
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Si ha habido activaciones previas mal reparadas.
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Si el vehículo mantiene su configuración de seguridad original.
Cuando hay un incidente y el airbag no salta o el pretensor no bloquea, ya es tarde.
Seguridad, responsabilidad y Normativa 2026
Este punto es clave: la responsabilidad profesional. Cuando un autónomo o gerente compra un vehículo para su actividad:
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Asume una responsabilidad civil y penal sobre su uso.
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Responde ante su trabajador en caso de accidente si el equipo de seguridad estaba defectuoso.
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Se enfrenta a las nuevas normativas de la DGT y la UE (GSR 2026), que exigen que los sistemas de seguridad activa y pasiva estén siempre operativos.
Comprar barato ignorando el estado del SRS no es ahorro; es una deuda de riesgo que asume la empresa.
Qué hacen los profesionales que compran con criterio
Los que trabajan bien y gestionan flotas rentables hacen algo muy simple: No improvisan.
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No compran a ciegas por un precio gancho.
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Revisan el historial técnico y el estado de los sistemas de retención.
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Entienden que un vehículo industrial es una herramienta de trabajo, y como tal, debe ser segura.
Saben que la información clara permite tomar decisiones rápidas sin sorpresas posteriores. Eso es lo que permite trabajar con la tranquilidad de que, si algo falla en la carretera, el vehículo responderá para proteger lo más importante: las personas.
Cómo encaja esto en tu compra
El sistema SRS es solo un ejemplo de por qué el proceso de revisión importa más que la prisa. En un sector que camina hacia normativas de seguridad cada vez más estrictas para 2026, elegir un proveedor que verifique estos puntos es vital.
Si quieres ver cómo funciona una compra profesional bien estructurada y qué otros puntos revisamos, aquí tienes nuestra guía:
Guía esencial para comprar vehículos de ocasión como profesional